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¿Qué prefieres: quedarte sin internet para toda la vida, o que te corten un meñique?

¿Prefieres perder internet o un meñique? Esta pregunta fue planteada por un ponente en el  III Congreso Social Media Marketing (Barcelona, 2011), y me vino de nuevo a la mente el reciente 22 de junio, durante la caída de twitter a nivel mundial.

Cabe comentar que entre quienes asistíamos a aquel congreso (aficionados, especialistas y frikies de las redes sociales), se levantaron muy pocas manos a favor de la opción “sin internet”, que se fueron inmediatamente abajo cuando el ponente especificó que llegados a esa decisión extrema, podríamos escoger cualquiera de los cuatro meñiques. Obviamente, esta fue la decisión unánime de los asistentes: mejor sin meñique (del pie) que sin internet.

Es un hecho innegable que internet se ha convertido en una herramienta imprescindible en nuestras vidas, una “commoditie”, como lo serían la electricidad o el agua corriente. Pero además sucede que más de la mitad del tiempo que los usuarios activos utilizamos la red, lo hacemos usando las redes sociales. La conectividad entre personas, a través de las redes, es continua y móvil, ya no se limita al tiempo que pasamos delante de nuestro ordenador, sino que nos acompaña en todo momento gracias a nuestro Smartphone, nuestra “varita mágica” socializadora. Un elemento imprescindible, por todo lo que implica a nivel comunicativo, y que nunca nos olvidamos de llevar encima (ya incluso hay un nombre para el síndrome de abstinencia del móvil: nomofobia).

En mi caso, y creo que en el de la mayoría de quienes nos dedicamos al Social Media, de todas las aplicaciones que tenemos en el teléfono, mi favorita es twitter, la más usada, la más versátil, útil y completa herramienta de comunicación digital. ¿A qué estaríamos dispuestos a renunciar, para conservar twitter? ¿a otro meñique, quizás?

El 22 de junio sufrimos una caída de twitter a nivel mundial, no era una mera operación de mantenimiento. Como supimos al día siguiente, se trataba de un ataque de hackers, que mantuvo caído el sistema durante una hora en las principales ciudades, y que en el resto llegó a prolongarse durante casi un día. Ya hace un año se produjo una situación parecida entre los usuarios del servicio de Blackberry, que estuvo caído durante varios días, por un fallo inexplicable en su “estable y seguro” sistema; está claro que no hay sistema infalible que pueda resistirlo todo, y que estamos expuestos cualquier día a tener que volver al modo “analógico”.

 

Tras los apagones generales de hace años, era tradicional esperar un aumento de la natalidad para los siguientes 9 meses. Hoy en día, nos basta con un corte del servicio en la telefonía móvil, o en las redes sociales, para ponernos nerviosos y tener que buscar alternativas digitales, o en último caso, analógicas. Así, en plena caída de twitter, los que lo utilizamos como principal herramienta nos lanzamos al resto de redes, dándose la paradoja de llegar a tuitear en facebook (como hacíamos los compañeros del grupo “Social Media Revolution”), para mantener el contacto y ya de paso bromear en plena debacle tuitera. Está claro que ciertas cosas nos gusta hacerlas en grupo, y las redes sociales son perfectas para ello.

Y como no hay dos sin tres, en el momento de escribir este artículo, 30 de junio, después de todo un día intentando subir fotos a la red Instagram (donde se comparten fotos retocadas con filtros que les dan un toque artístico), descubro que ha habido una caída generalizada de este servicio, junto con Pinterest y Netflix. Las fuertes tormentas en Virgina (USA), cual  “efecto mariposa”, han provocado serios problemas técnicos en la “nube” de Amazon que aloja físicamente a estos servicios, entre otros. Afortunadamente, a estas alturas ya controlamos más redes que Spiderman, y seguimos compartiendo nuestras fotos, “tuneadas” en Instagram, por Facebook o Twitter, mientras duró la interrupción.

Definitivamente, podríamos vivir sin algún meñique, pero no podremos vivir ya sin las redes sociales, porque somos precisamente eso: seres sociales. Cada vez contamos con redes más potentes creando lazos de confianza y de “engagement” entre personas, en base a compartir contenidos y conocimientos en una aldea global.

Luis Fernández del Campo

(Artículo publicado en LA VOZ LIBRE)

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